El otro día me fui al cine para celebrar el día de la madre y la cinta elegida fue “La primera cita”. La decisión fue casi instintiva, sin mucho pensar. Leí por encima el argumento y nos lanzamos a la piscina. Al final resultó ser una excelente elección que me ha dado que pensar en días posteriores.

El hilo argumental está sentado en un matrimonio de mediana edad, ella ama de casa y el militar jubilado donde a la esposa le diagnostican Alzheimer. El trasfondo está relacionado con las relaciones de pareja y como muchas veces, casi sin darnos cuenta, son dos extraños viviendo en la misma casa.

Lo que relata la película también lo he visto muchas veces en consulta trabajando como terapeuta de pareja. Cuando les pregunto a las parejas que vienen cómo empezó la relación tienen mil recuerdos, palabras y emociones que vuelven en ese momento a ellos y les saca una sonrisa. También rebaja cualquier situación de tensión que hubiera en ese instante.

El problema ya surge cuando avanzamos en su historia de vida. Se nota que poco a poco han olvidado quienes eran o le gusta al otro: comida favorita, color, qué música, si le gusta bailar. Hay tal abandono de la relación que es lógico y esperable que en algún momento de la vida empiecen a surgir los problemas. Y de ahí a las crisis hay solo un paso.

Es cierto que en la cinta el trasfondo es mucho más complejo puesto que hablamos de un hombre con perfil machista que en los años de vida en pareja no ha sido ni cariñoso ni ha cuidado de su mujer. Y ahora, ante la presencia de una enfermedad, se enfrenta al reto de tener que hacerlo sin saber muy bien cómo.

En parejas más igualadas en cuanto a educación e intereses vitales también se da este tipo de situación de abandono y poco cultivo de la relación sentimental. Casi desde el comienzo de la convivencia se empiezan a valorar otras cuestiones y el eje fundamental se descuida. Las excusas que ponen los miembros son múltiples y acaban convencidos que realmente no tienen tiempo para cuidar el vínculo y creen que no les pasará factura a largo plazo.

Es un error pensar que a la larga esta situación no causa problemas dentro la pareja. Cualquier momento es bueno para ponerle remedio y evitar que se produzcan divorcios, separaciones o convivencias malas.

Cada persona que forma la relación es responsable de su parte y entre los dos darle la vuelta a la situación y poder tener calidad de vida y no esperar como el protagonista de la película a que aparezca una enfermedad que me de bruces con la realidad.

-Ruth Fernández-