Quizás te sorprenda el título del artículo. O quizás no tanto. Si te paras a observar el mundo y a ti mismo/a, muchas veces nos comunicamos de manera violenta. Son patrones y mecanismos aprendidos e interiorizados de forma habitual.
También lo hacemos con la pareja. Sin darnos mucha cuenta elaboramos una comunicación agresiva, aunque pueda no parecerlo, y acabamos teniendo grandes discusiones que se quedan enquistadas por la forma y manera de comunicarnos.
Con el transcurso de los días iremos hablando más de cómo mejorar la comunicación con la pareja, y por ende, con el resto del mundo.
Hoy os dejo un pequeño ejercicio para empezar.
Primero dedica unos días a observar cómo te expresas, qué palabras usas, qué tono, qué postura corporal…. Simplemente observa. Intenta no juzgar.
Segundo, procura hablar en primera persona y haciendo referencia a los hechos concretos que te hayan molestado.
Tercero, habla de tus emociones sin juzgar al otro/a y sin juicio hacia ti. Recuerda que estás aprendiendo.
Cuarto, haz una petición de cambio de comportamiento.
Te dejo un ejemplo de cómo hacerlo: “Me siento triste cuando no me llamas para avisarme de que llegas tarde, me preocupo y pienso qué ha pasado algo. Me gustaría que por favor la próxima vez que vayas a llegar tarde me avises”.
Empieza a practicar.
-Ruth Fernández-