Hay un cuento de Jorge Bucay que relata de forma muy clara y sencilla cómo nuestras propias creencias están limitando nuestra vida. En él relata la historia de un elefante de circo que está atado a una estaca y no se escapa porque cree que no puede romperla y salir corriendo. De pequeño intentó tantas veces zafarse de sus ataduras sin conseguirlo, que desistió y decidió no volver a intentarlo más. Esa creencia le hace vivir preso e infeliz en un entorno que no es el suyo.

A los seres humanos nos pasa lo mismo. ¿Recuerdas lo que comentábamos en el post de los mineros que subimos a facebook titulado “Lo que la mente nos hace”? El minero que tenía el reloj fue el único que no sobrevivió. En nuestra vida real pasa exactamente lo mismo. De pequeños dimos por cierto cosas que ahora ya no lo son, pero seguimos dándole esa certeza. Pero de lo que no somos conscientes es que nuestra forma de pensar es la que está generando la realidad que vivimos.

Vivimos en un Universo mental donde nuestra mente y sus creencias van a condicionar la realidad que vivimos. Como dice Henry Ford,

Tanto si crees que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto.

Y esa es la verdad. En nuestro día a día nos enfrentamos a infinidad de situaciones. En cada una de ellas, nuestro inconsciente entra a valorar lo que estamos viendo. Analiza la situación, tira de los programas internos que tenemos y valora si lo que está viendo es positivo o negativo. Si puede conseguirlo, o no. Si es sano para él, o mejor evitarlo… Y así un sinfín de valoraciones que hacemos de todo lo que vemos.

Todas esas valoraciones parten de las ideas que damos como ciertas de forma automática en nuestra mente. Eso sí, independientemente de su veracidad o no, determinan la realidad que vivimos. ¿Cómo? Veamos un ejemplo. Pongamos una persona que quiere encontrar pareja. Si ve el tener a alguien al lado en la vida como algo  ventajoso, siente que se beneficia y se siente capaz y merecedora de ello, lo más fácil es que la encuentre. Sin embargo, si nuestro protagonista ve el hecho de tener pareja como algo desventajoso, que pierde su libertad, cree que no es merecedor de ser feliz, o cree que su ideal no es alcanzable, ¿qué pasará? Sencillo. Jamás logrará su objetivo.

En definitiva, nuestras creencias  positivas, nos ayudarán a lograr todo aquello que nos propongamos y las creencias negativas nos impiden llegar a nuestros objetivos en la vida. A estas últimas las llamamos pensamientos o creencias limitantes.

Ahora viene lo divertido. Piensa en un objetivo que te hayas planteado y que aún no hayas conseguido.

Si tu objetivo estaba relacionado con encontrar pareja, aquí van unas cuantas preguntas para ti:

  • ¿Los hombres son unos egoístas? ¿Todas las mujeres son putas? ¿Nadie puede ser como mi madre, como mi padre?
  • ¿Qué piensas del hecho de tener pareja? ¿Es sano? ¿Es correcto? ¿Eres merecedor o merecedora de ello? ¿Qué piensas de las personas que viven juntas?
  • Vivir en pareja o tenerla lleva a tener relaciones sexuales. ¿Eres homosexual o heterosexual? ¿Cómo te sientes con tu inclinación sexual? ¿Es lícita? ¿Sana? ¿Qué piensas del sexo? ¿Es algo sucio o insano? ¿Cómo te sientes deseando tener relaciones sexuales? ¿Qué sientes de tus genitales?
  • ¿Y tú? ¿Sientes que pierdes algo? ¿Sientes que va a invadir tu intimidad o tu espacio?

Si has contestado afirmativamente a alguna de las cuestiones anteriores, ahí tienes la clave. Si crees que vas a perder algo teniendo pareja, inconscientemente no vas querer tenerla.

Estas son preguntas para alguien que no tenga pareja. Pero si ese no es tu caso y ya tienes a alguien a tu lado, también puedes encontrarte con ideas que están perjudicando vuestra relación. Aquí te comparto algunas:

  • Una parte importante en la pareja es la comunicación. ¿Te sientes libre de hablar? ¿Y de dar tu opinión? ¿Pedir algo?
  • La relación en la pareja es otro punto a tener en cuenta. ¿Puedes comunicarle tus sentimientos libremente? ¿Te sientes cómodo o cómoda con él o ella? ¿Sientes que vuestra relación es plena? ¿Habláis de vuestras necesidades? ¿Es para ti lícito pedir algo a tu pareja?
  • El sexo es otra parte importante. Todas las puestas en el caso anterior relativas a este tema, también valdrían. ¿Qué es el sexo para ti? ¿Dices que “no” cuando no te apetece? ¿Lo haces por compromiso? ¿Te llena? ¿Y si no te llena, te sientes con la suficiente confianza como para decírselo? ¿Puedes tomar tú la iniciativa o tiene que ser tu pareja quien la toma? ¿Te atreves a pedir lo que te gusta hacer en la cama o a  proponer algún juego que te apetezca?
  • La convivencia en la pareja también tiene su espacio. ¿Qué tal la convivencia con él o ella? ¿Sientes que tú haces más que él o ella? ¿Sietes que puedes decir cuando te molesta algo?

Igual que en el caso de la persona soltera, si has constado negativamente a alguna de estas preguntas, o afirmativamente a si mantienes relaciones sexuales por compromiso, ahí también te estás topando con alguna creencia limitante. ¿Qué te ha llevado a pensar que no puedes o no debes hacerlo?

Hasta aquí hemos visto unos cuantos ejemplos de cómo nuestras creencias están condicionando nuestra realidad. Lo hemos visto en el caso de la gente soltera y de quien tiene pareja. Pero esto se podría extrapolar a cualquier aspecto de nuestra vida, al trabajo, a nuestras relaciones con los amigos, a la familia, etc…

Pero no todo va a ser desventajas. Afortunadamente, del mismo modo que de pequeños fuimos dando por cierto lo que nuestros mayores nos iban diciendo, ahora está en nosotros “romper la telaraña”, deshacernos de las creencias que no nos valgan y poner otras nuevas en su lugar. Veamos cómo hacerlo.

Lo primero y más importante es cuestionarnos la veracidad o falsedad de nuestra creencia. ¿Qué hechos demuestran que es cierta? ¿Cuáles la contradicen? Después, será muy poderoso el que analicemos su utilidad. ¿Para qué nos está sirviendo? ¿Qué ganamos con ella? Porque ahí está la clave de todo. Una creencia permanece porque algo nos está aportando, si no, ya la habríamos dado como falsa y la habríamos eliminado de nuestra mente.

Aquí te dejo un vídeo muy ilustrativo de nuestras creencias limitantes. Espero que te guste.

 

– Sara Estébanez –

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