Separase no es fácil. Todo lo contrario. Resulta doloroso emprender un camino distinto al que teníamos en mente. A veces no queda más remedio. Sobre todo cuando nos damos cuenta de que puede ser lo mejor para los dos miembros de una pareja.
Tomar la decisión de romper un matrimonio no debe de hacerse a la ligera. Antes de nada hay que luchar por el amor, merece la pena. Pero al mismo tiempo debemos saber dónde parar. Por duro que sea, hay que saber dejar ir al otro, por el amor que nos tuvimos y el tiempo que compartimos, separarse bien es la mejor opción.
La gran mayoría de las veces las parejas se rompen porque no han sabido, no han querido o no han dedicado tiempo a cuidar de la relación. Olvidamos de poco en poco, los pequeños detalles que hacen tan grande el amor. Los mensajes y notitas desaparecen. Ya no vamos a buscar al otro al trabajo, cosa que siendo novios sí que hacemos. El primer pensamiento que suele venir a nuestra cabeza “pero si le voy a ver ahora en casa, para qué voy”. Se nos olvida que el camino a casa también refuerza las parejas.
Aparecen las dificultades, las diferencias en temas importantes y en lugar de sentarse a hablar, discuten. Discutir no es malo en sí mismo. Lo malo viene de la forme cómo discutimos. Surgen los gritos, los malos modos, las malas caras. Comienza la distancia física y emocional. Muchas parejas se olvidan de hablar y arreglar lo que ha pasado, hacen como si nada. Y se acumulan los problemas. Así hasta que surge la gran bronca. Duro ¿verdad?
Cada vez que hay una discusión o un desencuentro, desaparecen lo besos y las caricias. Abandonan el afecto. Se acabaron los besos de buenos días o buenas noches. Ya no hay ¿qué tal tu día? o ¿te ocurre algo? Empieza el muro del silencio hasta convertir a dos amantes en dos extraños.
Es en estos momentos cuando las parejas suelen plantearse la separación. Quizás antes de que sea peor la situación, se separan. Eso piensan ellos. Hay parejas que toman la decisión después de la gran bronca. Justo cuando nunca debe de hacerse.
La decisión de separarse nunca debe de ir precedida de una discusión o gran bronca. Hay que esperar a que las emociones escampen, que la vorágine interna amaine y después hablar los dos. Encontrar qué ha pasado, cuál ha sido el motivo que ha propiciado todo. Después ya veremos qué hacemos.
Si a pesar de todo, tenemos la sensación de que ya todo se acabó, que no hay nada que arreglar, adelante. Ese será el momento para poner en marcha la separación. Siempre recordando el amor que se ha sentido por el otro. Lo que nos unió y lo que ha representado todo este tiempo que hemos pasado juntos.
Dar las gracias por el amor, por el tiempo, por la dedicación, por todo. Siempre dar las Gracias por el tiempo compartido.
Como consejo para las parejas que lean este artículo recomendamos que durante el proceso previo a la separación, pedir ayuda. Los profesionales de Terapia de Pareja pueden ayudaros en todo, incluso si hace falta, a separaros desde el amor y el agradecimiento.
-Ruth Fernández-
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