El otro día un amigo y yo manteníamos una conversación sobre las Navidades. Él me preguntaba por qué en estas fechas la gente se volvía más humana, más abierta y con mayor empatía. En definitiva, más tolerante. Y, sin embargo, el resto del año todos éramos tan egoístas y recatados a la hora de compartir y departir con los demás. Sentía que en estas fechas mostrábamos una cara diferente a la nuestra habitual.

Independientemente del tema de mostrarse de forma diferente a como uno es, cosa que trataremos en otro momento, en su discurso pude comprobar cierto grado de intolerancia en esta persona. Por eso vi la necesidad de escribir algo sobre este tema.

En estos momentos vivimos en una situación histórica en la cual cada día convivimos con más culturas. Hoy, sin ir más lejos, he ido a diferentes tipos de comercios y en todos ellos, excepto en uno, las personas que me han atendido eran inmigrantes. Con esto no quiero hacer ningún tipo de crítica, ni de queja. Por favor, que no se me malinterprete. Simplemente estoy mostrando la realidad con la que me he encontrado a lo largo del día de hoy. Nada más. Cada día los seres humanos somos más diferentes los unos de los otros y con los de nuestro alrededor.

¿Qué significa esto? Sencillo. Si queremos vivir en paz y en armonía, debemos aceptar al otro tal y como es, a pesar de que tenga una ideología diferente a la nuestra o unas tradiciones que no llegamos a comprender. Si nos centramos en las diferencias, la convivencia puede ser bastante desagradable. Mientras que si comenzamos a poner la atención en lo que nos une, las relaciones van a poder ser más cordiales y saludables.

Y os digo más, cuando vemos una actitud en el otro que no comprendemos, lo primero que hacemos es enjuiciarla. Esta es una fea costumbre que nuestros padres y la sociedad en la que vivimos nos ha transmitido. A lo que yo te pregunto, ¿por algún momento, antes de enjuiciar a alguien, te has puesto en su lugar? ¿Te has parado a pensar qué vivencias y qué experiencias le han llevado a actuar de aquel modo? A lo mejor, si tú hubieses pasado por lo mismo, probablemente hubieras obrado de igual modo o peor. ¡Quién sabe! Por lo que la próxima vez que te veas tentado o tentada a valorar la actuación negativamente de cualquier persona, te invito a que te pares por un instante y pienses qué hubieras hecho si estuvieses en la misma situación.

Por lo general somos bastante intolerantes y nos creemos con la Verdad absoluta de las cosas. Por favor, un poco más de humildad y de empatía. Pero no sólo en estas fechas, sino a lo largo de todo el año. Si todos y cada uno de nosotros pensamos en los efectos de nuestras acciones sobre los demás, mejor nos iría. ¿No os parece?

-Sara Estébanez-

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