Están siendo meses difíciles para todo el mundo. Hemos pasado de vivir en la rutina, en aquellas circunstancias que eran habituales para cada uno de nosotros. Y llegó un día, y todo cambió. Lo de antes no valía teníamos que adaptarnos a una situación que nos generaba desconcierto, angustia, dudas, miedos. Empezó el cambio sin poder evitarlo. A una velocidad impuesta y para muchos de vosotros seguro que sin quererlo. Pero era inevitable, había que cambiar.

Hemos aprendido a marchas forzadas a que las casas se conviertan además en oficinas, escuelas, colegios, centros de yoga y todo sin poder salir. Sn poder relacionarnos de manera relajada con la gente de fuera, a la que no podemos besar ni abrazar. La forma de saludar ha habido que cambiarla, y el miedo se ha apoderado de mucha gente. El desconocimiento real de lo que ocurría fuera de casa nos ha hecho tener niveles de ansiedad bastante altos.

Todo eso que hemos tenido que afrontar nos ha obligado a sacar recursos internos para afrontar las situaciones que se iban derivando de los cambios. Entre un afrontamiento y otro podían pasar minutos, y es esto lo que ha podido generar la ansiedad. No tener tiempo entre uno y otro para poder adaptarnos a lo que pasaba en la vida.

Y ahora que hemos conseguido medio adaptarnos, llega otro cambio, otra vez. Nos toca afrontar la salida de casa y volver a rehacer la vida. La de antes no vale, hay que crear una nueva, pero con todo lo vivido durante estos meses pasados.

Es probable que la ansiedad y la angustia sean habituales las próximas semanas, los bucles de pensamiento o la “cháchara mental” también serán comunes. La tristeza y la pena por lo vivido, porque hay mucho dolor en lo vivido. El miedo y la incertidumbre pueden aparecer aunque tu vida no se haya visto alterada en exceso. Todas estas emociones aquí descritas son normales si aparecen en tu vida. Incluso una leve depresión por el final del confinamiento y la salida a la “nueva realidad”.

Es importante que entendamos que todo esto es normal si pasa, que aceptemos que estamos ante dos afrontamientos muy bruscos en la vida que nos han hecho zozobrar y sacado de nuestra línea de vida. Ha cambiado las costumbres, ha modificado todo aquello que conocíamos y nos ha dejado colgados en el aire y teniendo que sacar recursos y herramientas que ni siquiera sabíamos que teníamos. Ha sido todo rápido y sin poder parar para  poder asimilar todo aquello que hemos vivido.

Quizás, ahora que todo parece que vuelve a su ser y a una calma, tomarse un tiempo para reflexionar en qué hemos cambiado, qué necesitamos a partir de ahora para poder estar bien. Y sobre todo, para saber qué hemos aprendido.

-Ruth Fernández-

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