Ven, date un baño conmigo. Juntos los dos. Como si no hubiera pasado el tiempo desde aquella primera vez. ¿Te acuerdas? Seguro que no. Para ti las fechas no son importantes. A veces siento que yo tampoco. Que vienes, por venir. Que para ti, esto es, simplemente un juego. Una diversión. Que no significa nada.

Mientras aquí estoy yo, pensando en el calor de tus besos, en tu piel. En tus manos recorriendo mi cuerpo, despertando en él un fuego abrasador que me hace vibrar, volar, soñar con que todo el tiempo será así. Después vuelvo a mi realidad y  recuerdo que nunca te has quedado a dormir. Te vas. Con prisas, como si alguien más te estuviera esperando.

Tan solo aquella vez. Aquel baño de espuma que nos dimos. Con las velas alrededor de nosotros, dándole a nuestros cuerpos una suave luz que invitaba al deseo. Las caricias, furtivas debajo del agua, recorriendo cada centímetro de mi piel. Erizándola, sintiendo todo el calor que desprendía tu cuerpo. Era el deseo, que iba de uno a otro, uniéndonos en un solo cuerpo hasta llegar al éxtasis. Después, la relajación absoluta. Esa fue la única vez que te quedaste a dormir conmigo. Tan solo ese día.

Iré preparando otro baño como el de aquel día. Te espero. Tienes llave, entra sin llamar. Acaríciame despacio, lentamente. Bajando desde mi cuello hasta el final de mi espalda.  Bésame fuerte primero, después suave, muy suave. Vuelve a llevarme a ese estado de éxtasis total. Hazme sentir lo mismo que aquella primera vez.

Continuará….

-Ruth Fernández-

 

 

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