Muchas veces, la vorágine del día a día nos tiene tan absorbidos, que no nos deja tiempo para nada. ¿Te suena esto de algo? Estoy segura de que sí.

La cuestión es que este “No tengo tiempo.” tiene por costumbre expandirse a todas las áreas de nuestra vida.

Todo suele comenzar en el trabajo. Abarcamos tantos temas, tantos asuntos, que sentimos que nuestro tiempo se diluye, desaparece. Nos da la sensación de que para nosotros el día no tiene 24 horas. Es mucho más corto.

Después de que esta sensación nos invada en nuestro entorno laboral, se propaga a otros ámbitos de nuestra vida. ¿El siguiente lugar al que se va? Sencillo, a casa. Las obligaciones de la casa nos asedian. Sentimos que faltan miles de cosas por hacer. Y ya, si tenemos hijos, más aún. El agobio del día a día, la merienda, los deberes, la cena… Un sinfín de actividades que hay que hacer sí o sí.

¿Os ha pasado algo parecido a esto alguna vez? Seguro que sí.

El problema es que esto se extiende como la pólvora. En ello las personas más perjudicadas sois tú y tu pareja y lo peor de todo, vuestra relación.

Esta sensación de falta de tiempo hace que la comunicación entre vosotros sea como poco defectuosa, incluso, inexistente. Y en el peor, perjudicial llevándoos a las disputas y los enfrentamientos.

Esta falta de tiempo hace que os centréis sobre todo en lo que os disgusta del otro. No tenéis tiempo para florituras entre vosotros. Y esto hace que la relación se deteriore a todos los niveles.

Esto es más habitual de lo que te imaginas. Por eso hoy vamos a daros algo con lo que romper con ello y salir de ese bucle. Es muy sencillo. No necesitáis nada especial, sólo vuestra presencia.

Sentaos uno frente al otro y miraros fijamente a los ojos. No podéis hablar. Sólo prestar atención a esos bellos ojos que os miran. Pasado un tiempo, el que vuestro cuerpo os marque, podréis hablar. Lo único que podréis pronunciar son aquellas cosas que os gustan de vuestra pareja. Sólo aquello que te guste de ella. No podrás rebatirle, ni discutir sobre aquella característica que ha apreciado como positiva en ti. Tu única respuesta podrá ser algo que aprecies de tu amado o amada. Será

 

El diálogo de lo que más me gusta de ti”.  

Además, si queréis, podéis añadirle un lado de juego picante. ¿Cómo es eso?

Antes de disponeros a hacer el ejercicio, escribid en un papel una fantasía sexual o algún juego sexual que os gustaría realizar con vuestra pareja. Dobladlo y guardadlo. Aún no es momento de leer nada de lo que pone ahí.

El juego será como una partida de tenis. Uno dice lo que le gusta del otro y el otro dice lo que le gusta del primero. Así hasta el infinito. Pero hay dos normas: no se puede repetir lo que ya has dicho y sólo se dispondrá de un pequeño momento para pensar lo que vas a decir que te gusta del otro. Si sobre pasas dicho tiempo, pierdes. Si repites algo que ya has dicho, pierdes. Si te pones a rebatir lo que te ha dicho tu pareja, pierdes.

El primero que repita, no sepa qué decir o rebata lo que se le ha dicho, pierde. ¿Consecuencia? Tendrá que cumplir la fantasía sexual que ha escrito su pareja hacer todo lo que pone en el papel.

 

-Sara Estébanez-

 

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