Hacía tiempo que no quedábamos todo el grupo junto para salir de fiesta. Quien más y quien menos tenían una vida más estabilizada, casados o en pareja, algunos con hijos y todos con trabajos muy estresantes.
Fue Alex quien nos planteó salir de fiesta, solía ser él quien se encargaba de azuzarnos para que de vez en cuando nos fuéramos de fiesta los chicos solos. Nos conocemos desde hace mil años y nuestras respectivas mujeres se llevan bien, así que al final salimos de manera habitual pero todos juntos. Casi como una gran familia. Pero una vez al año o cada dos, nos íbamos solos a algún lugar del mundo a reconectar con nuestras historias de adolescencia y juventud.
Esta vez se le ocurrió que estaría bien ir a Madrid, era la semana del Orgullo y nunca habíamos estado en una fiesta tan grande. A todos nos pareció fenomenal, salvo a Mark, que como es costumbre en él cualquier situación que se salga de la “norma” se opone y se queja de mil formas diferentes. En principio dijo que no, que ese no era su sitio, pero al final vino.
Salimos de trabajar el viernes, cogimos los coches y emprendimos rumbo hacia Madrid, nuestra escapada de chicos, esa que llevamos planeando casi dos años. ¡Cuánto nos ha costado quedar esta vez! Quizás nos estemos haciendo mayores o más cómodos.
La fiesta comenzó nada más llegar al hotel, salimos de tapeo, Madrid estaba lleno de gente con la que charlar, bailar, y conocer. A cada paso nos íbamos encontrando con gente por la calle, que con el calor, la fiesta y el alcohol hacía que todo fuese más divertido. A Mark casi le tenemos que llevar a rastras a tomar una copa a una terraza de Chueca, no sé muy bien que pensaba que le iban a hacer. Alex en un momento determinado se lo dijo, “relájate tío, y sonríe un poco que pareces una estatua”.
No sé muy bien qué hora era cuando volvimos al hotel, pero sí que tenía claro que al desfile y a la fiesta íbamos, estaba siendo todo muy divertido. Habíamos conocido a un grupo de chicos y quedamos con ellos para seguir con la fiesta. Poca ropa, mucho alcohol y todos desmelenados. Desfile, agua, sudor y las hormonas muy subidas. La cara de Mark era de terror, el resto estábamos en nuestra salsa. Así pasaron las horas y las horas, la adrenalina iba subiendo, me solté la melena y empecé a morrearme con un cachas que estaba a mi lado. Alex hizo tres cuartos de lo mismo con un bombero que le tiraba los tejos desde hace horas. Me di la vuelta y vi la cada de Mark, como si estuviera en estado de shock. En cinco minutos me olvidé de él y me concentré en el cachas. Nunca me había liado con ningún hombre aunque alguna vez sí que me había fijado en alguno. Esto solo lo sabe Alex que es igual que yo, y alguna que otra persona que tiene la mente más abierta. Mark no sabía nada, así que cuando nos vio de esta guisa salió corriendo en dirección al hotel.
Nosotros seguimos disfrutando de la fiesta y del sexo hasta el amanecer. Un fin de semana pletórico y probando cosas nuevas. Todo perfecto. Salvo por el sermón de Mark de vuelta a casa. Al cual mandamos callar todos al unísono.
Y tú ¿te atreves a probar cosas nuevas?
-Ruth Fernández-