Todos en algún momento nos hemos preguntado “pero, ¿este niño a quién se parecerá?” o “¿qué cosas más raras hace esta chica?”. Estas son preguntas muy habituales dentro de las familias cuando identificamos formas de comportarse en la vida, maneras de expresar emociones, determinados gustos o cualquier acción, actividad o expresión que haga el niño/a y que a simple vista no identificamos o no reconocemos como pertenecientes a los padres. Esto se debe a que pensamos que lo más habitual es que los hijos nos parezcamos a nuestros progenitores.

Toda la vida me han dicho que soy igual que mi padre, que me parezco un montón a él, que físicamente ven su reflejo en mí, que si esta expresión es igual a la que tenía él…Reconozco que tengo muchas cosas de mi padre, evidentemente; pero también es cierto que hay otras muchas que no, y que hasta hace muy poco no sabía de quién podían ser.

Cuando me puse a investigar en mi árbol genealógico descubrí con cierta sorpresa que la persona más relevante para mí no era ninguno de mis progenitores, sino un hermano de mi madre. Esto me permitió saber que él es, esa persona, en la que más me tengo que fijar para comprender muchas de las cosas que tengo, hago o cómo me expreso.

De la misma manera que descubrí esto con mi tío, también aprendí que hay un sinfín de maneras de hacer en la vida, de comportarse, de expresarse, de ser… que no tenía y que sin embargo debía de ir haciendo mías e incorporar en mí para seguir desarrollándome como persona. Se me estaban complicando las cosas.

Dentro del estudio que supone nuestro árbol genealógico descubriremos que hay diferentes periodos y en cada uno de ellos deberemos hacer hincapié en unas cuestiones o en otras. Uno de estos periodos es el que llamamos Periodo de Concepción, que se refiere a ese momento donde todos hemos sido concebidos por nuestros padres. Para saber qué fechas comprenden éste, hemos de partir de nuestra fecha de nacimiento y sumarle 3 meses más. Ahí obtenemos otra fecha, pero como sería muy complicado y casi imposible que otros miembros de la familia coincidieran en ese mismo día, lo que hacemos es crear un periodo más amplio, teniendo en cuenta 7 días antes y 7 días después de esa fecha.

Esto mejor lo explico con un ejemplo. Veréis, mi fecha de nacimiento es el 30 de Julio, para conocer mi periodo de concepción, le sumo 3 meses más, y obtenemos el 30 de Octubre, como punto medio. A partir de ahí, restamos 7 días a esa fecha y obtenemos 23 de Octubre, y le sumamos otros 7 días, y nos lleva hasta el 6 de Noviembre. Ese Periodo comprendido entre el 23 de Octubre y el 6 de Noviembre, es en  el que yo me tengo fijar para reflexionar sobre los miembros que hayan nacido, muerto o vivido acontecimientos importantes como una boda, un divorcio o un accidente. Reflexionar significa darnos tiempo para investigar, hablar, pensar y meditar sobre esa persona, valorar qué aspectos de su personalidad y de su comportamiento, qué actitudes frente a la vida, qué maneras de expresarse… me maravillan o me llaman la atención de él o ella. Eso que me llama la atención son cuestiones que he de integrar en mí misma haciéndolos míos para, de este modo, ir avanzando en la vida de una manera coherente.

Y es, este punto en el que me encuentro ahora mismo. En un proceso de investigación sobre las personas que se encuentran situadas en mi fecha de concepción. Aprendiendo todo lo que puedo de ellas. Y procurando en todo momento verlas desde otro punto de vista, uno mucho más amplio, y más profundo que me va a llevar a un aprendizaje mayor de mí misma.

– Ruth Fernández –

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