Cada persona tenemos nuestro lugar en el mundo y debemos saber procurárnoslo. Sin embargo no nos han enseñado a asumir la responsabilidad de hacerlo. Por regla general le exigimos al entorno que nos den nuestro lugar. Lo vamos reclamando como si fuera responsabilidad de la gente que nos rodea darnos el espacio que nos corresponde.

Esto además es muy frecuente dentro de las relaciones de pareja. Cada miembro tiene su espacio, sin embargo, le reclaman al otro “es que no me das mi lugar”. ¿Pero qué significa realmente “que te den tu lugar”? Por regla general, queremos que el otro nos defienda ante ataques o supuestos ataques de otras personas, sobre todo de los padres y/o amigos de nuestra pareja. Exigimos qué asuma la responsabilidad de todo, y nosotros nos evadimos de aquello que debemos de hacer. Cuando el otro no hace lo que supuestamente queremos, nos enfadamos con él, le castigamos y hacemos casi un drama de esta situación.

Quizás este junto con los problemas de comunicación son los responsables de la gran mayoría de las dificultades por las que puede pasar una relación sentimental estable.

Los seres humanos debemos de tomar conciencia de la responsabilidad que nos atañe con respecto a nuestras vidas en general, y con respecto al espacio que debemos de ocupar, en particular.

Tomemos como ejemplo una situación bastante común: vas viajando en trasporte público, cuando te sientas en alguno de los lugares que quedan libres, intentas no ocupar todo el asiento. Cruzas las piernas, te encojes el cuerpo, evitas leer para no molestar al de al lado. Todo esto lo haces porque sientes que no eres merecedor de tu lugar en el mundo. Así como te sientes por dentro es el reflejo que verás fuera.

 

Dentro de la relación de pareja muchas veces se hace lo mismo, dejamos al otro más espacio en el armario, en los cajones. Además si alguien de su familia y/o amigos nos dice algo que nos sienta mal, nos enfrentamos a él/ella diciéndole que nos tenía que haber defendido. Es probable que no se haya dado cuenta, o que simplemente no lo vea tan grave. O quizás crea que si pasa algo que me molesta seamos nosotros quienes asumamos la responsabilidad de decirlo.

Antes de empezar con los enfrentamientos familiares, quizás sea un buen entrenamiento tomar conciencia de aquellos lugares donde tampoco hacemos valer nuestro lugar y espacio.  Revisa tus actividades del día a día, fíjate en la posición tanto corporal como física que estás teniendo. Si ves que no es la adecuada, cámbiala. Camina con la espalda recta, mira al frente, si vas en trasporte público y te sientas, procura ocupar todo el asiento que te corresponde. Saca un libro o una revista y ponte a leer. Ve notando como las sensaciones corporales van cambiando y te vas encontrando mejor contigo misma/o.

 

Haz lo mismo con aquellas personas con las que sientas que no estas ocupando tu lugar en el mundo. Asume la responsabilidad de ocupar tu sitio y de no dejar que nadie te lo quite.

-Ruth Fernández-

 

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