La sexualidad es una parte importante a nivel personal presente desde el mismo instante que nacemos. Es una fuente de placer. Aunque no siempre podemos hablar de ella como placentera.
Quizás os sorprenda cuando digo que no siempre se disfruta de una buena sexualidad. A pesar de que hoy día hay mucha más información sobre sexo, casi toda se refiere a métodos anticonceptivos o infecciones de transmisión sexual (ITS). Esto está muy bien. Hemos avanzado bastante. Pero aún nos queda mucho por hacer. Hay temas que aún son tabú. La homosexualidad aún a día de hoy está mal vista en muchos entornos. Falta comprensión y visibilidad a las personas transexuales. Y no me puedo olvidar de la necesidad de fomentar una buena educación sexual, independientemente de la edad que tengamos.
¿Alguna vez te has parado a pensar cómo fue tu entrada en el mundo de la sexualidad? ¿Cuáles fueron tus primeros pasos? ¿Con quién hablabas de tus dudas, miedos, o de lo que tenías que hacer? Realmente casi nadie tiene cerca a alguien de confianza que le pueda guiar, orientar o darle un mínimo de información acerca de lo que supone mantener relaciones sexuales.
Aprendemos observando el comportamiento de los demás. Tanto nuestros padres, como en el colegio nos guían por un camino donde nos dan herramientas para conocer y enfrentarnos al mundo. Pero en la sexualidad, prácticamente no tenemos guía. Algún amigo que nos cuenta “su batalla”, alguna revista que aparece por ahí por sorpresa, trocitos de conversaciones que llegan a nuestros oídos… En definitiva, un poco de aquí y de allá y vamos haciendo nuestra composición de lugar de lo que pensamos que es el sexo, el deseo, el placer y la pasión.
De este modo llegan a nosotros ideas, prejuicios y/o creencias que nos alejan de la realidad y de nuestros ser. La suma de todos ellos nos hacen tener la sensación de que disfrutamos de una sexualidad plena hasta que un día aparece algún problema o dificultad. Y es en ese momento cuando empezamos a cuestionarnos lo que hasta ahora estábamos viviendo.
La educación sexual comienza por nosotros mismos. Por dedicar tiempo a conocernos bien. Para poder averiguar qué nos gusta, qué nos excita, qué desata nuestra pasión. Saber qué ideas, frases o comentarios han llegado hasta mí y me están impidiendo crecer. Tomar conciencia de si hay algo que no me deja disfrutar en plenitud de la sexualidad. Si tengo miedos que me atenazan y que no me dejan avanzar.
Cada persona debe de centrarse en sí misma. Si a ti te gusta, te hace sentir bien, te divierte y eres feliz, adelante. No mires a los lados. Siempre habrá alguien que se sienta molesto con lo que estás haciendo. Es cosa suya, son sus creencias o sus miedos. Es suyo. Su problema. No dejes que te aparte de tu camino.
– Ruth Fernández –
Desde Caricias y Besos nos gustaría acompañarte en ese camino de autoconocimiento y crecimiento personal dotándote de todos los recursos necesarios para que puedas alcanzar una vida plena y feliz. Y de este modo la puedas llenar de pasión.
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