Desconozco todo sobre él. Llegó un día cualquiera sin avisar a través del móvil. Y aquí sigue, elevando el todo del deseo cada día que hablo con él.

 

¿Cómo lo hace? Con esa voz maravillosa que tanto me gusta, y  una imaginación prodigiosa que recrea cualquiera de mis fantasías y supongo que las suyas.

 

Un día cualquiera, un mensaje apareció en la pantalla del móvil. Como tantas veces, y tan diferente al mismo tiempo. Contesté. Y ahí empezó todo.

 

Luego vino un audio. Esa voz  que me hace buscarle casi todos los días. Siempre me dice que sí.

 

Cada mañana me llama, le escucho, cierro los ojos  dejándome llevar.

 

Noto su mano recorriendo mi cuerpo, firme y segura apretando  mí pecho. Cruzo las piernas para ponérselo difícil, sé que le excita. Susurra en mis oídos y dejo que su mano cruce mi entrepierna.

 

Altera mi respiración, gimo. “Me gusta, sigue” noto en el oído. Esa voz sigue susurrando. Su mano acaricia mi clítoris, mi espalda se eriza de placer. “Me encanta verte así”, y me hace llegar al clímax.

 

Abro los ojos buscándole pero estoy sola. Está, como siempre al otro lado del teléfono.

 

Le busco y me busca.

 

Nunca una voz tuvo tanto poder sobre mi deseo.

 

-Ruth Fernández-