Quizás alguien al leer el título del artículo puede haber pensado que tiene que coger la escoba. Pero seguro que a su cabeza habrán llegado a borbotones momentos en los que se ha colapsado por tanta preocupación que tenía en ella.
Si observamos a la gente con la que nos cruzamos en el día a día parece que andan absortos en una maraña de preocupaciones, dudas, pensamientos. Todo esto, al final, acaba por convertirles en personas tristes, apáticas y vivir encerrados en una jaula.
Exactamente la mente se puede transformar en una jaula. Es nuestra peor pesadilla. Todo el día con las preocupaciones a cuestas. Cuando la gran mayoría de ellas no deberían tenerlas. Son creaciones de nuestra propia cabeza. Que al final se convierte en el peor enemigo que tenemos.
¿Realmente existen las preocupaciones? Por supuesto que sí. Lo que ocurre es que no siempre son reales. Muchas veces son creaciones y/o eventos que dándoles la vuelta se convierten en una preocupación.
Al llegar la noche, en la oscuridad y tranquilidad de la cama, las molestas preocupaciones se agolpan. Invaden el sueño dificultando caer en los brazos de Morfeo e incluso dificultando el descanso. Así día tras día. Noche tras noche. La maraña de nuestra cabeza se hace fuerte y nos quita el poder de descansar. Bueno, más bien, le otorgamos el poder. ¿Tiene esto alguna solución?
Es probable que en más de una ocasión hayas intentado no pensar, aparcar todo esto para otro momento. Te habrás dado cuenta que a veces, ellas pueden más.
Lo primero que vas a hacer cuando te des cuenta de que te estás preocupando por algo es anotarlo en una pequeña libreta o en el móvil. La tecnología puede ser muy útil en estos momentos. Cada vez que tengas la sensación de preocupación y/o te des cuenta de que le estás dando demasiadas vueltas a algún tema, apuntalo. Deja de hacer lo que estés haciendo, y apunta, dite a tu mismo “después lo pienso”. Es una manera de que no interfiera en el trabajo y que la cabeza sepa que después tendrá un tiempo para pensar, analizar y solucionar preocupaciones.
Cuando llegues a casa, y en ningún caso por la noche y mucho menos en la cama, haz a una lista de todo aquello que te haya estado rondando por la cabeza a lo largo del día. Una vez que lo hayas escrito, numéralas desde la menos angustiosa a la máxima.
Al acabar el paso anterior, lee una, la primera, haz un par de respiraciones profundas y vuélvela a leer. ¿Sigue siendo una preocupación? Si la respuesta es No, táchala. Si la respuesta es sí, dedícale un tiempo a buscar una solución. No pases a la siguiente hasta que no hayas acabado con esta. Puede ocurrirte que no se te ocurra nada para resolverla. Tranquilo. Déjala para el día siguiente. Una noche de por medio, ayuda a encontrar soluciones. Incluso puede darse el caso, que cuando te levantes haya dejado de ser una preocupación para ti.
Intenta realizar este ejercicio durante al menos una semana, comprobaras como muchas de las preocupaciones se repiten y acabaran por dejar de serlo.
Estate convencido de que podrás, tan solo es cuestión de entrenamiento.
-Ruth Fernández-
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