Ahora que veo escrito el título del artículo casi que me suena a una canción. Es probable que ande rondando en mi cabeza.

Las parejas pasan por distintos momentos a nivel sexual, desde la fluidez más absoluta hasta encontrar trabas y donde parece que no hay hueco para el sexo y el erotismo. La gran mayoría suelen salir de estos atascos casi sin problema, pero se convierten en cíclicos y así pueden estar eternamente.

Pero hay otras parejas que les cuesta más trabajo reconducir la situación y volver a los encuentros pasionales. Se van distanciando de poco a poco hasta que se instala un muro en medio de ambos y su piel se ha desconectado  de la pareja. Poco tiempo dedicado a las caricias y besos porque sí, porque me apetece y punto. Dificultad para cultivar a título individual el erotismo y el placer.

A esto le unimos que dejamos de ver a la pareja como “deseado”, como “fuente de deseo”. La convivencia hace que muchas personas empiecen a percibir al otro como compañía, apoyo, cariño, afecto…infinitas cosas, pero dejamos de pensar en “hoy tengo ganas de ti”.

Cuando las parejas no conviven tienen muy presente las ganas de tocar, besar a su compañero. Fantasean con las relaciones sexuales, fomentan el deseo hacia el otro. En la convivencia esto falla en multitud de ocasiones. Lo cual no debería de pasar, porque en principio tenemos más tiempo y más facilidad para tocar, abrazar, besar, “meter mano” a nuestra pareja. Pero sin embargo no lo hacemos.

¿Qué es lo que nos pasa cuando convivimos? Por regla general tenemos la sensación de que ya no tenemos que hacer nada para seducir al otro, que lo que hicimos durante el noviazgo ya es suficiente. Error, grande, muy grande. Hay que seguir seduciendo a la pareja siempre.

Y muchos días notamos en nuestro cuerpo la excitación y el deseo, pero lo postergamos para otro día con infinitas excusas. “Es muy tarde”, “o muy temprano”, “hay que hacer la cena”, “mira que cerro de plancha”…

De ahí el título del artículo, si hoy tienes ganas de él/ella, ve, inténtalo, sedúcelo aunque sea nada más que para cinco minutos. O sea un ratito breve.

Hazlo, siente la libertad de buscar a tu pareja. Disfruta.

El placer de tocar al otro y recibir sus caricias hace que la vida sea más fácil.

-Ruth Fernández-

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