Las personas provenimos de dos ramas familiares que se unen para que nazcamos. Conozcamos o no una de las ramas, la información que portamos de ese lado “desconocido” también nos afecta en nuestra vida.

 

Esas ramas provienen a su vez de ancestros y ancestros que han ido aportando información de todo tipo: color de ojos, altura, enfermedades, síntomas emocionales, vivencias, secuelas de traumas, patrones de comportamiento, formas/estilos de comunicación…. La aportación de dicha información es tanto a nivel consciente como inconsciente.

 

Todo aquello que portamos nos influye directa e indirectamente en nuestro día a día. Queramos reconocerlo o no, creamos o no en ello, nos afecta a la hora de conseguir logros, romper moldes, tomar decisiones, elegir pareja…

 

La influencia es grande y hasta el punto de no poder tener la vida que realmente deseamos por que aparecen lealtades familiares que nos impiden avanzar. Nos quedamos atascados sin movernos y, a veces pensando, que las elecciones las hacemos voluntariamente.

 

Dedicarse a la investigación familiar, conocer detalles de dónde venimos, qué hicimos, cómo vivimos… es importante para mejorar la calidad  de vida que tenemos.

 

Es nuestra mano está buscar o no, las dos cosas son lícitas y válidas.

 

Si decidimos buscar, toca preguntar y recopilar información para después irla colocando.

 

Si decidimos no buscar, toca dejar de quejarse y aceptar la vida que tenemos

 

-Ruth Fernández-