Una de las primeras muestras de amor que hacemos hacia alguien son los besos. Esto nos viene desde la época de la Gracia clásica donde la tradición reconocía al beso como el medio para formalizar la unión entre dos personas que se aman. Pero sus orígenes son incluso anteriores. Ya en Babilonia, hacia el año 1000 a. C., se menciona al beso en una obra literaria. En ella, su función era de saludo, súplica y arrepentimiento. Y anteriormente, en la cultura india, hacia el año 1500 a. C. se le reconocía un componente sexual.

A parte de la función social de cortejo que tiene el beso, a nivel fisiológico, nuestro cuerpo también se responde. Un ósculo bien dado provoca que nuestro cerebro libere oxitocina (haciendo que la persona tenga sudoración nerviosa, y se excite sexualmente), eleve los niveles de dopamina (provocando una sensación de bienestar) y aumente la cantidad de adrenalina en sangre (generando cambios en la presión arterial, en la glucosa y elevando el ritmo cardíaco). Pero lo mejor de todo es que aumenta los niveles de autoestima en la persona que lo recibe.

Una vez dicho esto, vayamos a su componente lúdico.

Tipos de beso hay tantos como personas en el mundo. Cada cual le pone siempre su propio sello, su marca personal.

¿Cómo te gusta más besar a tu pareja? ¿Con beso seco? ¿O húmedo? ¿En un suave masaje de lengua con lengua? ¿O en un combate muscular en el que ninguno vence la partida, pero los dos ganan? ¿Dulce, sensual, lento y lleno pasión acompasada siguiendo una balada que ningún oído percibe? ¿O mágico, lleno de un movimiento acelerado donde el fervor os deja atados el uno al otro? Para gustos los colores.

¿Te quedas ahí quieto o quieta gozando de la humedad de su boca y sintiendo cómo la pasión sale por cada uno de los poros de vuestra piel? ¿O jugáis al “Me voy y te dejo con las ganas y ahora me buscas tú” característico de los niños malos y traviesos?

Pero sus labios no son el único receptor de las dulzuras de tu boca. Su  cuerpo es merecedor del fervor de tu amor y de las caricias de tu viperina lengua. ¿Por qué no jugar a relamer su cuerpo cual delicioso caramelo de tu sabor preferido? O el juego de la “Carrerilla por todo el cuerpo”. En él empiezas en su boca y recorres todo su ser acabando donde más te plazca. Eso sí, no podrás parar ni un instante.

Los besos son como una cata de vinos al gusto, cada uno ha de buscar el que mayor placer le aporte y con el que más disfrute.

¿Cuál prefieres tú?

-Sara Estébanez-

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