Abre los ojos. Observa. Mira a tu alrededor. Dime que ves. El amor te rodea.
Todo lo que hay es Amor. Nace dentro de ti y lo proyectas afuera, como un arcoíris que surge después de la lluvia.
Mirar hacia dentro es fácil y la vez tan difícil. Nadie nos enseña a valorar nuestra alma, lo más profundo de nuestro ser.
Nuestro corazón es un cofre que alberga lo más maravilloso del mundo. Pero nos convertimos en grandes ciegos del adentro. Tan solo observamos fuera buscando la felicidad, el amor, la salud. Nada de esto está afuera. Todo lo que buscas está en tu interior.
Utiliza tu ojos para centrarte en lo que nace de tu interior. Amarte con los ojos abiertos. Acéptate como eres. Todo es bueno en ti, no hay nada malo. Estás bien cómo estás. Eres un ser hermoso, cada arruga, cada cana, cada doblez de tu cuerpo destila amor. Simplemente acepta que es así.
Frente a un espejo comienza por mirar con tus ojos llenos de amor al ser que te está mirando. Simplemente observa directamente al que está enfrente. Tan solo tú, el reflejo y el silencio. Déjate estar durante unos minutos. Ahora sonríe.
¿Qué pasa en tu interior cuando sonríes? Todo muta, todo cambia. El amor está encontrando su camino. Déjale fluir.
El amor siempre encuentra el camino a casa. Deja que llegue y le inunde. La oscuridad se convierte en luz.
-Ruth Fernández-
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