El clítoris es conocido por ser una de las fuentes de placer femenino, evidentemente hay más, pero tiene el peso del nombre y de la experiencia. O por lo menos eso es lo que parece.
Desde tiempos ancestrales, o tal vez no tantos, se ha conocido que a través de la estimulación de esta zona las mujeres alcanzan el orgasmo. Hasta aquí creo que no os descubro nada en especial. Pero últimamente me he encontrado con mujeres que me han preguntado en consulta que no saben qué les pasa pero que les molesta cuando sus parejas le masajea el clítoris. Que incluso hay momentos en los que les puede llegar a doler. Asumen que es responsabilidad de ellas no obtener placer a través de la masturbación en el clítoris cuando el encargado de darles placer es su pareja. Alguna incluso me ha llegado a decir que le paso algo a su clítoris, “el mío no funciona igual que el del resto”.
Con todo esto en la cabeza me dediqué a pensar qué es lo que podía estar pasando para que hubiera tanta desinformación con respecto a la masturbación en el clítoris y para que las mujeres asumieran que era un fallo de ellas. Ninguna se planteó que uno de los problemas podía venir de la forma cómo estaba siendo estimulada. Cuando se lo planteo, abren los ojos como platos y se quedan un poco sorprendidas de que pueda existir otra explicación que no sea un fallo en ellas.
Ahí seguí con mis explicaciones y procurando explicarles que la forma de estimulación es fundamental, enseñándoles algunas de las técnicas que puedan servirles para disfrutar del placer. Cuando en una de mis consultas llegó una chica con el mismo tema pero dijo una frase maravillosa que ilustra muchos de los problemas “mi clítoris no es la lámpara de Aladino”. Me pareció estupenda y tremendamente gráfica para entender qué pasa muchas veces con la estimulación por parte de otras personas.
Mi primer planteamiento es aconsejar a las mujeres que descubran su cuerpo tanto observándolo con un espejo y pueden ver las formas de sus zona genital, como tocándose ellas para sentir la textura, los pliegues. Les explico que al principio no se trata tanto de masturbarse sino de conocer cómo es su cuerpo y más concretamente la zona genital.
En los primeros acercamientos recomiendo usar algún lubricante con base de agua para que no se produzcan irritaciones ni lo pasen mal. Que vayan probando con caricias más suaves en redondo sobre el clítoris o deslizando los dedos desde el monte de venus hasta la entrada de la vagina. Alternando la velocidad y la presión que ellas ejercen sobre sí mismas.
De esta forma cuando estén con una pareja podrán decirle de que manera quieren ser estimuladas para conseguir que el encuentro sexual sea placentero.
En la vida podemos encontrarnos con distintas parejas sexuales y cada cual venimos de unas experiencias previas que pueden no ser compartidas con las siguientes. Aprender a conocer nuestro cuerpo para poder explicarles lo que nos gusta y lo que no es requisito fundamental para poder crecer y disfrutar más en el placer sexual.
Para aquellas mujeres que su clítoris sea o esté sensible o no les apetezca que las masturben con la mano, está la boca que con suaves presiones “como si se comiera un caramelo” pueden hacer que la estimulación alcance cotas muy altas provocando el orgasmo.
Recordar siempre que no se trata de “frotar por frotar” para ver si pasa algo.
El objetivo es aprender a conocer los cuerpos, tanto el tuyo como el de tu pareja, sintonizar en energía, pasárselo bien y disfrutar todo lo que se pueda.
-Ruth Fernández-
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