Sé que al oír la palabra bache más de uno os podéis haber asustado mucho. Tranquilos. Es bastante habitual que las parejas a lo largo de su relación vayan pasando por determinadas situaciones que las ponen a prueba. A partir de ahí, y cada vez que aparece una dificultad, los miembros de esa pareja deberán actuar en consecuencia.

A mí en realidad me gusta más hablar de situaciones de aprendizaje o de puntos que todavía no están aclarados en la vida en común. Dificultad o bache tienen una carga tan negativa muchas veces, que eso que transmiten hace más daño incluso que aquello a lo que supuestamente esté pasando. Sea este aprendizaje común o a nivel individual.

Dejando claro que cada pareja es un mundo y que cada una de ellas tiene que seguir su propio camino, existen una serie de puntos por los que suelen pasar casi todas ellas.

El primero tiene lugar cuando ambos miembros toman la decisión de irse a vivir juntos. Es un momento muy bonito, amoroso, cargado de un gran simbolismo, y un paso muy importante. La complicación viene sobre todo en el primer año. Es durante este tiempo cuando han de sentarse unas buenas bases de cara al futuro. De qué manera nos comunicamos, cómo resolvemos los conflictos, cómo se manejan las situaciones de tensión emocional, los enfados… Todo lo que puede pasar a lo largo de la vida de una pareja, suele ocurrir a una escala más pequeña durante el primer año de convivencia. Sólo que aquí está la ventaja de la ilusión, la fuerza y la energía que ponemos todos cuando nos vamos a vivir con la persona a la que amamos.

Una vez superado todo este primer tramo de aprendizaje y con una relación más sólida, el siguiente nudo complicado puede ser la decisión de ser padres o no, y en qué momento se toma y bajo qué circunstancias vitales. En principio no debería ser un bache, puesto que antes de irse a vivir juntos, la pareja ya debería haber tenido esta conversación de un modo más o menos informal. Ambos deben de saber qué es lo que quiere el otro con respecto a los hijos, y cuándo llevar a cabo este hito vital. Aún habiéndola tenido, en más de una ocasión este momento es fuente de conflicto en la pareja, y puede llevar a crisis más severas.

El tercer bache, para las parejas que han decidido ser padres, viene cuando nace el primer hijo. Pasamos de ser dos a ser tres, y hay que recolocar cada posición, cada papel que tenemos en la vida. Debemos aprender a conjugar nuestra función de madres o padres con el de marido/esposa. Y esto muchas veces no es fácil. El cansancio, la sensación de falta de tiempo, el no saber qué hacer,  e incluso los malos entendidos y la percepción de que se han abandonado como pareja, genera una hondonada de la que a veces es complicado salir.

Para aquellas parejas que decidieron no ser padres, su tercer nudo a deshacer suele tener que ver con dedicarle mucho tiempo al trabajo y poco a la pareja. La vida laboral les lleva a subir escalones muy altos a los dos, y a dedicarle poco tiempo a estar juntos y esto a la larga les pasa factura.

Y, quizás, el último bache al que se tiene que enfrentar casi toda pareja, es el momento de la jubilación. Ahí se dan cuenta de infinidad de cuestiones, del tiempo que han pasado juntos, de cómo se comunican, de si se han cuidado o no el uno al otro. Y lo que acaba ocurriendo, afortunadamente no siempre, es que son dos extraños viviendo en la misma casa. Que casi no se conocen, y que esa persona con la que viven no es  aquella de la que se enamoraron y se casaron.

Con todos estos puntos, simplemente he señalado los que son comunes a la gran mayoría, luego cada pareja tiene los suyos propios. Los que surgen del tipo de vida que están llevando, o de las pruebas de aprendizaje que les pone la vida en su camino. Estos serán más o menos grandes, o más o menos fáciles. Dependerá con los ojos con que los mires.

Independientemente de que sea un bache esperado o no, son fuentes de aprendizaje continua. Permiten a las parejas retomar el rumbo por el que quieren que vaya su relación. Y, sobre todo, decir que se puede salir de cualquier situación, si ambos miembros dan lo mejor de sí mismos y reman en la misma dirección.

-Ruth Fernández-

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