Habitar significa “estar, permanecer, transitar, residir”. Normalmente usamos este verbo tan solo para referirnos a la casa donde residimos. O en su defecto a permanencias en establecimientos físicos como hoteles, la casa de los abuelos…
¿Qué me decís si la casa más importante para habitar es nuestro cuerpo? Quizás dicho de esta manera os sorprenda porque normalmente no se suele considerar el cuerpo como nuestra casa. Pero lo es. La más importante de todas.
Considerar el cuerpo como la casa más importante que tenemos nos puede permitir vivir con mayor calidad de vida, estar más tranquilos, ser más conscientes de lo que nos ocurre y poder afrontar cualquier acontecimiento de una manera más sencilla.
Damos por sentado que siempre está ahí, que con cualquier cosa se apaña. Es cierto que en los últimos tiempos hay mayor conciencia del cuidado del cuerpo, en muchas de sus áreas: alimentación, ejercicio, meditación.
Pero habitar es mucho más que cuidar. Habitar implica vivir con consciencia y conscientes de cómo es nuestro cuerpo. Le respetamos como es, como se siente, respetamos sus tiempos, sus cambios, sus arrugas y molduras.
Habitar nos dota de serenidad. Aprendemos a ir sin prisas y sin importar lo que digan desde afuera. Cada persona sabe o puede aprender a habitar su cuerpo.
En el estamos siempre. Y en él permanecemos.
-Ruth Fernández-
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