Lo queramos o no, en nuestras relaciones siempre surgen desencuentros, incluso en la pareja. De hecho, en esta última las desavenencias son más frecuentes si aún cabe. La convivencia, el día a día, los hijos, las labores de la casa y demás menesteres, son la causa de la mayoría de las discusiones con la pareja. Pero no por ello nos queremos menos. Discutir no es sinónimo de desamor. Es normal, todo el mundo, en mayor o menor grado, experimenta situaciones que le desagradan y con las cuales surge la fricción con el otro.

Es algo normal. Por favor, no nos asustemos y creamos que el discutir con nuestra significa que no nos quiere o que ya ha desaparecido el amor que había entre vosotros. Aquí ya lo hemos comentado más de una vez, cada uno es de su padre y su madre y trae a la pareja unas vivencias y unos aprendizajes diferentes. Con esto no quiero decir que uno sea mejor o peor que el otro, simplemente que cada cual trae una idea preconcebida de cómo han de hacerse las cosas. La cual, no siempre coincide con la que trae el otro. Y esto es lo que genera el encontronazo.

Dado que estas situaciones son inevitables, aprendamos a gestionarlas de la mejor manera posible para que nuestra relación no se vea perjudicada por las discusiones, sino todo lo contrario. Ambos dos podéis salir ganando y vuestra unión fortalecida se puede ver fortalecida tras un momento de tormenta.

Veamos las claves una a una.

La primera que deberemos tener en cuenta es no traer el pasado al momento de fricción y echar en cara al otro rencores y situaciones que no vengan a colación con el momento presente. Muchas veces, en el momento de ofuscación sacamos trapos sucios de antaño que no tienen nada que ver con lo que se está hablando. El traerlas al aquí y ahora lo que hace es echar más leña al fuego y empeora más la relación si aún cabe. En ese momento de conversación es clave que sólo habléis de lo que ha pasado en ese momento y de lo que os ha molestado. Sólo ese tema, nada más. Es fundamental hablar de lo que ha originado el desencuentro. Este es el secreto de una buena relación. Esto nos lleva a la siguiente clave, el momento de hacerlo.

Muchas veces nos vemos tentados a hacerlo en el mismo momento en el que está aconteciendo, pero no no es lo más adecuado. De hecho, no es nada recomendable. ¿Por qué? En el mismo fervor de la discusión estamos con la sangre caliente y solemos decir cosas que realmente no sentimos y de las cuales más tarde nos arrepentiremos. Estamos tan enojados que por nuestra boca salen sapos y culebras convertidos en lanzas hirientes contra la otra persona. El problema es que ese veneno que proyectamos tiene un efecto de larga duración y por más que queramos desdecirnos, ya no podemos borrar esas palabras de la memoria de la otra persona. Consecuencias, varias: herimos a nuestra pareja, nos herimos a nosotros mismos y perjudicamos nuestra relación. Con lo que en el mismo momento, NO.

Si ahí, en el fervor, no es recomendable hablar de lo que está pasando, ¿cuándo hemos de hacerlo? Sencillo, después, cuando la cosa se ha tranquilizado y las aguas han vuelto a su cauce. Ahí es cuando debéis sentaros los dos juntos en son de paz y hablar sobre lo sucedido.

Una vez elegido el momento, ya en la acción de hablarlo, deberemos tener en cuenta la tercera clave: el lugar en el que hablar sobre nuestros desencuentros. Por lo general, muchas parejas eligen el dormitorio para hablar de sus intimidades, sobre todo, cuando tienen hijos, o conviven con más personas. Pero este es un craso error. El dormitorio debe quedar libre de todo altercado. Es primordial que lo cuidéis, es vuestro nido de amor. Ha de estar lo más limpio posible a nivel emocional.

¿Entonces dónde hacerlo? ¿Dónde hablar con tu pareja de vuestros problemas? Lo ideal es que lo hagáis fuera de casa, yendo de paseo o en una cena los dos juntos. Es fundamental que os encontréis los dos solos y nadie os moleste. Es un momento para vosotros y para cultivar vuestra relación. Con lo que si apagáis los móviles, casi que mejor.

Otro elemento fundamental es nuestro vocabulario. En ese momento de hermanamiento también son muy importantes las palabras que usemos. No es lo mismo hablar desde el reproche de “porque tú has hecho o dicho…”, que hacerlo desde tus sentimientos, cómo te has sentido y lo que sucede en tu interior con todo lo acontecido.

El problema es que desde muy pequeños no nos permitieron expresar lo que sentíamos y muchas veces no sabemos hacerlo. Pero si hablamos partiendo del “yo me siento”, nos salimos de la víctima, no culpabilizamos al otro y somos sinceros con los tres (tú, tu pareja y vuestra relación). ¿Cómo hacer esto? Sencillo. Hablando de cómo te sentiste ante los acontecimientos que tuvieron, lugar: “Cuando… yo me sentí….”. Y hablando desde lo que te gustaría: “En vez de… me hubiera gustado que….”. De este modo el trato entre vosotros será más cordial y vuestra relación se verá beneficiada.

Esperamos que estas claves que os damos os ayuden a tener una relación plena con vuestra pareja.

-Sara Estébanez-

 

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