… Continuación

Como recordarás, en el anterior artículo hablábamos de la necesidad de establecer unos valores que fuesen la base sobre la que asentar vuestra relación. Sin embargo, este Todo que conforma la pareja no es sólo el conjunto de valores que la definan. También están las acciones que se lleven a cabo para con el otro y lo que se hace durante el tiempo que se coparte. ¿Cómo son los momentos que pasáis juntos? ¿Hacéis cosas en común? ¿O cada uno va por su lado? ¿Compartís amistades? ¿O cada uno va con las suyas?

El tiempo libre, libre es. ¿Qué quiero decir con esto? Los seres humanos usamos nuestros momentos de ocio para liberarnos de las tensiones acumuladas en la vorágine de nuestro día a día, para descansar y disfrutar. Este disfrute puede ser de diversa naturaleza, puede ser compartido con la pareja o no. Está muy bien que cada uno tenga sus pasiones y que no las deje por el hecho de estar con alguien. Pero si su ocupación es permanentemente en quehaceres que no tienen nada que ver con la pareja y no comparte tiempo libre con ella, la cosa es sospechosa.

Con esto no quiero decir que tengáis que dejar de hacer aquello que os gusta por el hecho de estar con alguien. Mi intención no es esa. Todo lo contrario. Cada uno debe disfrutar con lo que hace y tener sus momentos de asueto, los cuales unas veces serán con pareja y otros sin ella. Tan malo es el exceso o el defecto por un lado que por otro. Si no compartís momentos juntos, malo. Pero si estáis juntos a sol y a sombra, tampoco es bueno. Cada uno ha de tener sus espacios para estar consigo mismo.

Otro indicador de que vuestra relación va por buen camino es el sentimiento que se siente por el otro. Ya no de amor, sino de orgullo. ¿Te sientes orgulloso/a de tu pareja? ¿Le definirías como una persona encantadora con la que merece pasar el tiempo? Si la respuesta es sí, maravilloso; pero si es no, te recomendaría que te replanteases vuestra relación.

Como decíamos en el párrafo anterior, el que te sientas honrado/a por compartir tu tiempo con alguien es básico. Lo que lo determina sin tus metas vitales. ¿Tenéis algún objetico común? ¿Tenéis una meta por la que luchar juntos? Es más, ¿y tus propias metas a nivel personal? ¿Te ayuda a alcanzar tu misión de vida? ¿Te apoya y anima en los momentos bajos? ¿O, por el contrario, te lastra?

Todos estamos aquí en este mundo con una función que cumplir. Llámalo misión o como quieras. Dar significado a nuestra vida nos impulsa y nos ayuda a encontrar un por qué y un para qué. Cuando nos planteamos esas dos cuestiones encontramos significado a lo que hacemos y hayamos el modo de conseguirlo.

¿Te has planteado para qué estás aquí? ¿Cuál es tu contribución para con la humanidad? Si ya la sabes, genial. Pero, si por el contrario, la ignoras, te voy a ayudar un poco. Nuestra misión es aquello que hacemos casi de forma automática, pero que contiene un valor en sí mismo. El problema es que, como para nosotros es más sencillo que el mecanismo de un chupete, no le damos valor. Por lo que, ¿qué es aquello ha realizas de forma sencilla y los demás ven como algo difícil o tedioso? Ahí está la clave de tu quehacer en esta vida. Encuéntralo y verás cómo cambia tu percepción de tu propio por qué.

Continuará…

-Sara Estébanez-

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